La reciente orden ejecutiva del presidente Donald Trump que califica a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas podría traer consecuencias imprevistas para la economía de EE. UU. Según expertos, esta medida podría obligar a muchas empresas estadounidenses a reconsiderar sus operaciones en México para evitar sanciones.

La orden, firmada el lunes pasado, busca aumentar la presión sobre México para frenar el tráfico de drogas. Sin embargo, desvincular las actividades de los cárteles de los negocios estadounidenses en el país vecino no será fácil. México es el principal socio comercial de EE. UU., y numerosas empresas estadounidenses tienen operaciones de fabricación allí.

El problema es que los cárteles han extendido su influencia más allá del narcotráfico. Ahora están involucrados en sectores legales de la economía, como la producción de aguacates y el turismo. Esto hace casi imposible garantizar que las empresas estadounidenses no tengan contacto indirecto con estas organizaciones criminales.

Si las empresas no pueden asegurar que sus contrapartes mexicanas no tienen vínculos con los cárteles, podrían enfrentar sanciones o incluso verse forzadas a abandonar el mercado mexicano. Esto tendría un impacto significativo en ambas economías, dado su alto nivel de interdependencia.

Como señaló una experta en políticas de sanciones, esta idea no es nueva. Administraciones anteriores y miembros del Congreso han considerado medidas similares, pero la complejidad de la relación económica entre los dos países siempre ha sido un obstáculo.

En resumen, mientras la designación de los cárteles como terroristas podría ser una herramienta poderosa, también podría complicar las relaciones comerciales entre EE. UU. y México, afectando a empresas y sectores clave en ambos lados de la frontera.